domingo, 19 de julio de 2015

LA MISTERIOSA AMBIGÜEDAD HUMANA


Hola amigos amantes de la verdad, hoy día quiero hablarles de algo misterioso que tenemos nosotros los seres humanos y que se nos hace muy difícil ver. Ahora cuando se los plantee me darán la razón.

A menudo, me pregunto si debemos confundir obras con hombres. En general, revisando la historia de la cultura humana en el colegio, en la universidad, etc. He llegado a pensar de que el hombre es la totalidad de sus obras (o acciones), pero, desde otro punto de vista, también es cierto que las obras de arte o aún la obra científica merecen ser consideradas independientes de la vida del autor.

Por ejemplo: Jean-Jacques Rousseau. Rousseau es todo Rousseau, un pésimo padre, un gran autor, un mezquino amante, un gran escritor. Cuando juzgo a Rousseau lo juzgo entero. Cuando leo su Emilio o sobre la educación, en cambio, juzgo la obra y me desentiendo del autor. Ese sería el caso, por dar solo un ejemplo, de la música de Richard Strauss (destacado compositor y director de orquesta alemán). Él era nazi; su música es su música. No comparto sus ideas. Me gusta su música.

Hay casos levemente más complicados. Martin Heidegger, el mayor filósofo del siglo (según dicen los que saben), participó del gobierno nazi en forma indirecta, pero en sus escritos también se pueden hallar elementos que demuestran el pesimismo por la condición humana. Para mí si es un gran filósofo y me parecen fascinantes sus obras y aportes al conocimiento filosófico, pero tampoco comparto el hecho que haya apoyado al gobierno nazi.

Traslademos este punto ahora a algo más cercano. Diego Armando Maradona fue un gran futbolista de los años 80. Nadie niega que como jugador de fútbol fue el mejor y brindaba espectáculos a la hora de verlo. Sin embargo, como persona o vida personal ya sabemos que consumió coca, tuvo un hijo “no reconocido” extra matrimonial, etc. No soy de su época, pero he visto videos de él y si para mí es el mejor y adoro su fútbol, pero tampoco me parece su comportamiento como persona.

¿Estamos en un gran dilema no? En la vida misma, sin obras de por medio. Cuando estoy en un cargo, digamos en la política. Si cumplo bien mi función como ministro, congresista, presidente, o lo que sea, pero en la vida personal soy infiel a mi esposa, la maltrato, soy cruel con los animales u otra cosa ¿De qué forma me deberían juzgar? Como persona ¿no? No como político en tal caso.

Pero no tiene sentido. De igual forma si fuera profesional o cumpliera un rol que me separe de mi ámbito personal… ¿Me estaría contradiciendo? Ese es el misterio justamente de la ambigüedad humana.

Mi opinión es que esa ambigüedad nos impide justamente separar a la persona de una institución por ejemplo. Pensamos que si el director de un banco engañó a su esposa con la secretaria y se escandalizó a tal punto que salió en los medios, el banco está manejado por un desgraciado y el banco es de lo peor. Mezclamos a las personas siempre en su rol y en su vida. Pudo haber sido el mejor director del banco, pero la imagen del banco no se puede manchar, despedido.

Como dijo, hablando hace un momento de Maradona, “la pelota no se mancha”. Hay que saber separar una cosa de la otra ¿Cómo aplicarlo? Que exista una coherencia entre las palabras y las acciones, así sabremos si una persona hace lo que dice y dice lo que hace.


Les ha hablado el colmillo y les deseo un buen inicio de semana.

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