sábado, 21 de mayo de 2016

EL CAPITALISMO (El TRABAJO)


"Ninguna sociedad puede prosperar y ser feliz si en ella 
la mayor parte de los miembros es pobre y desdichado".
Adam Smith

Hola amantes de la vida y la verdad ¡Vaya! Si que se alteraron un poco las cosas con mi última publicación por el día del trabajador. Al parecer creo que se tornó muy rojo. Si desean volver a verlo, he aquí el link: (http://elcolmilloveraz.blogspot.pe/2016/05/el-trabajo.html).

Sin embargo, para que vean que no soy un terrorista, comunista, revolucionario, marxista y otros apelativos relacionados a la izquierda, escribiré sobre el capitalismo y sus beneficios o lo que podría llamar el ideal de un sistema económico capitalista. Para esto requeriré citar al filósofo, economista escocés: Adam Smith.

Para todos, creo yo, Adam Smith debe ser nuestro guía para quizás el mayor dilema de nuestro tiempo: ¿Cómo hacer una economía capitalista más humana y más significativa?

Él nació en Escocia, en Kirkcaldy, una pequeña ciudad manufacturera, cerca de Edinburgh en 1723. Él era un estudiante muy trabajador y muy cercano a su madre. En su infancia, fue brevemente secuestrado por los gitanos. De adolescente, aunque perteneciente a la clase media, realiza una gira por Francia con la joven aristócrata más grande de su tiempo, con quien había entablado una estrecha amistad. Luego se convirtió en un filósofo académico, escribió un libro importante sobre la importancia de la simpatía y dio una conferencia acerca de la lógica y la estética. Tenía una sonrisa encantadora. Su estudio era por lo general muy desordenado.

También fue uno de los más grandes pensadores de la historia de la economía, en parte debido a que sus preocupaciones iban mucho más allá de lo económico. Él quería entender el sistema monetario porque su más grande ambición era hacer a las naciones y personas más felices. Smith se mantiene como un invaluable para cuatro ideas:

1. Especialización

Cuando se tiene en cuenta el mundo moderno del trabajo, dos hechos se destacan:

-Las economías modernas producen cantidades sin precedentes de la riqueza (para la élite).

- Muchas personas ordinarias encuentran el trabajo más bien aburrido y (una queja clave): sin sentido.

Los dos fenómenos están, de hecho, íntimamente relacionados, ya que Adam Smith fue el primero en entenderlo a través de su teoría de especialización. Él observó que en negocios modernos, las tareas formalmente hechas por una persona en un solo día podrían ser mucho más rentables si se dividían en más tareas que serían llevadas a cabo por múltiples personas a través de oficios completos.

Smith aclamó esto como un desarrollo trascendental: él predijo que las economías nacionales se harían más inmensamente ricas entre más especializaran su fuerza de trabajo. Una señal de que nuestro mundo es ahora más rico, Smith podría decirnos, es que cada vez que conocemos a un extraño, no es probable que entendamos lo que hacen. La manía por títulos de trabajo incomprensibles como Gerente de Logística de Suministro, Coordinador de Envasado, Oficial de Comunicaciones y Aprendizaje – demuestran la lógica económica de la versión de Smith.

Pero hay un gran problema con la especialización: significado. Cuando los negocios son pequeños y sus procesos contenidos, un sentido de ayudar a los demás está disponible. Pero cuando todo está industrializado, uno termina como un pequeño engranaje en una máquina gigante cuya lógica promedio es susceptible de estar ausente de las mentes de las personas más abajo en la organización.


Una compañía con 150,000 empleados distribuidos a través de cuatro continentes, haciendo cosas que toman cinco años desde la concepción a la entrega, va a tener conflicto en mantener cualquier sentido de propósito y cohesión. Así que Smith discierne que los jefes de las corporaciones especializadas de la modernidad tienen por lo tanto una responsabilidad extra a sus empleados: el recordarles de cuál es su propósito, rol y la dignidad fundamental de su trabajo.

2. Capitalismo de Consumo

La época de Smith vio el desarrollo de lo que ahora llamaríamos el capitalismo de consumo. Los fabricantes comenzaron a crear bienes de lujo para una clase media que crecía. Algunos comentadores se horrorizaron. El filósofo Jean-Jacques Rousseau deseaba prohibir el “lujo” de su nativa Ginebra. Él era fan particular de la antigua Esparta y argumentaba que su ciudad debería copiar su austera vida marcial. Violentamente en desacuerdo, Smith le mencionó al filósofo suizo que el consumo de lujos de hecho tenía un rol muy serio que llevar a cabo en una buena sociedad: generaba la riqueza excedente que permitía a las sociedades cuidar a sus miembros más débiles.

Las sociedades de consumo, a pesar de su frivolidad, no permitían que los niños y los ancianos murieran de hambre, ya que podían costearse hospitales y ayudar a los pobres. Así que Smith defendió el capitalismo de consumo con base de que hacía más bien por el pobre que sociedades devotas a ideales altos. Dicho eso, Smith tenía algunas esperanzas fascinantes por el futuro del capitalismo. Él no quería que se quedara atascado en el nivel frívolo por siempre.

Él observó que los humanos tienen muchas necesidades “mayores” que se encuentran fuera de la iniciativa capitalista: dentro de estas, nuestra necesidad por educación emocional, de entenderse a uno mismo, de tener ciudades hermosas y vidas sociales gratificantes. La esperanza del futuro es que aprenderemos a generar ganancias importantes por ayudar a las personas de maneras verdaderamente importantes y ambiciosas. Debidamente desarrollado, el capitalismo no debería solo servir nuestras necesidades materiales básicas, mientras nos emociona por comprar cosas frívolas. Debería hacer dinero de bienes y servicios que entreguen una realización verdadera.

3. Cómo tratar a los Ricos

Entonces como ahora, la gran pregunta era ¿Cómo hacer que el rico se comporte de buena manera hacia el resto de la sociedad? La respuesta cristiana a esto fue: hacerlos sentir culpables. Mientras tanto, la respuesta radical de izquierda era y sigue siendo ahora: el aumentar impuestos. Pero Smith no estaba de acuerdo con los dos enfoques: los corazones de los ricos seguirán probablemente siendo fríos, y los altos impuestos causarían simplemente que los ricos abandonaran el país.

Él propuso que, contrario a lo que uno esperaría, no es el dinero de lo cual los ricos se preocupan. Es el honor y respeto. Los ricos acumulan dinero no porque sean materialmente tacaños, si no porque quieren ser queridos y aprobados. Así que en lugar de imponer impuestos a los ricos, los gobiernos deberían entender la vanidad que se encuentra en el corazón de los ricos y sus motivaciones. Ellos deberían dar a los ricos gran cantidad de honor y estatus – a cambio de hacer todas las cosas que estos narcisistas no se molestarían en hacer normalmente, como fundar escuelas y hospitales y pagar bien a sus empleados.

Tal y como lo pone Smith: "El gran secreto de la educación es dirigir la vanidad hacia los objetos indicados".

4. Educar Consumidores

Grandes corporaciones se sienten muy malvadas para nosotros ahora, son los objetos naturales para culpar trabajos mal pagados, abuso ambiental y productos repugnantes. Pero Adam Smith sabía que había un elemento inesperado, y más importantemente responsable por estos males: nuestro gusto. No son las compañías las que degradan el mundo principalmente. Son nuestros apetitos voraces los cuales ellas meramente sacian.

Como resultado, la reforma del capitalismo se apoya en una tarea que suena extraña, pero que es crítica: la educación del consumidor. Necesitamos que nos enseñen a querer cosas de mejor calidad y pagar un buen precio por ellas, uno que refleje la carga del trabajo en los trabajadores y en el ambiente.

Una buena sociedad capitalista no sólo ofrece una elección a los clientes, también seña a las personas a ejercitar esta elección en maneras juiciosas. El capitalismo puede, como Smith sugiere, ser salvado elevando la calidad de la demanda de los consumidores.

El estado económico del mundo puede parecer muy malo y muy complicado, podríamos terminar colapsando en desesperación y pasividad. Adam Smith se encuentra a la mano para brindarnos confidencia y esperanza. Su trabajo está lleno de ideas acerca de cómo los valores humanos pueden reconciliarse con las necesidades de los negocios.

El gran Smith merece nuestra atención constante porque él estaba interesado en un problema que tiene una prioridad importante en nuestros tiempos: Cómo crear una economía que es al mismo tiempo rentable y civilizada.

Les ha hablado el colmillo deseándoles un buen fin de semana.

Fuente: "La Riqueza de las Naciones" - Adam Smith

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